Declaración de principios imperdible para quienes apostamos a la radio como herramienta de cambio
Quién puede referirse a la radio sin entusiasmo? Medio de comunicación ideal que tiene aún la palabra, en toda su dimensión de sonido y de sentido, como uno de los ingredientes principales para fraguar su mensaje.
No se ha determinado aún en dónde empieza el pensamiento y termina la palabra. Vida, pensamiento y palabra están íntimamente relacionados, como afirma Fernando Pessoa: «pensar es vivir y sentir no es más que el alimento del pensar». En la radio, pensar, sentir y vivir, se manifiestan con: palabras, efectos de sonido y música, en amalgama, y articulación, tan importante para dar vida al mensaje y hacerlo cautivador, revivificador.
En nuestro mundo contemporáneo no hay muchas oportunidades para reflexionar; a veces parecería, aun en los momentos en que el trabajo permite una pausa, que buscáramos el aturdimiento más que la reflexión. Todavía la radio, como el libro, puede realizar el milagro de llegar a nuestra conciencia mediante la palabra (…)
Hombre, simbolización y palabra, íntimamente unidos en la historia de la cultura, perviven en la radio. El lenguaje de los primeros hombres y el de hoy, mediante la magia de este invento sigue siendo la palabra pronunciada, la expresión oral, el habla, que se dice con todo su sabor, la que se escucha y es capaz de provocar en quien la oye pensamientos y emoción, evocación e interpretación. (…)
¿Qué ha sido la radio?: ¿Información, recreación?, ¿una forma de evasión, o de masificación?, ¿una vía de formación, o de comunicación social? ¿Qué envía?: ¿mensajes verticales?; ¿podría dialogarse mediante la radio?, ¿podría educar?
La radio ha sido un medio de información y recreación, pero también una forma de evasión, de masificación y enajenación más que vía de comunicación social, y se han enviado más mensajes verticales a través de la radio que horizontales. No se ha insistido suficientemente en dialogar con el auditorio y retroalimentar la comunicación, no se ha tomado en cuenta la formación y la educación de un auditorio que se ha multiplicado en progresión geométrica a través de los años.
Indudablemente, todo esto debería realizarse sin olvidar cuáles son las condiciones del lenguaje propio de la radio, sus ventajas y desventajas; no se han aprovechado sus condiciones ventajosas para servir a la población.
Si la palabra adquiere importancia fundamental en una comunicación precisa del mensaje, ¿qué ocurre cuando en la radio debe articularse con los efectos de sonido, las pausas, la música, en un mensaje que no puede volverse a releer, ni a escuchar?; ¿pierde calidad la palabra?, ¿pierde fuerza?
En un buen programa de radio la palabra se engarza y brilla destacándose mediante los demás elementos del mensaje radiofónico: la palabra en una canción, la palabra en una noticia, en funciones diferentes, cumple con el objetivo de comunicar en la misma lengua, y de acuerdo con la experiencia vital del grupo al que se dirige. (…)
Sin embargo, siguen planteándose las mismas preguntas: ¿radio sólo para un sector de la población?, ¿radio para un grupo selecto?, ¿radio para una mayoría de población que no lee ni escribe y necesita urgentemente educación? (…) ¿Radio para quiénes? y ¿radio para qué? ¿Cómo hacer radio?, ¿cómo comunicarse actualmente con millones y millones de hispanoamericanos tercermundistas en forma adecuada? y ¿cómo convertir la comunicación de masas en comunicación social?
Reiteramos la afirmación: radio para todos, comunicación que sea capaz de seguir transformando el mundo, y lo convierta en más humano, más habitable no para los pocos, no para pequeños grupos sino para todos. Radio que contemple los principales problemas de nuestro estar en este mundo, y permanecer en una sociedad donde participemos todos: hombres y mujeres, pobres y ricos, aspirantes todos y cada uno a una vida mejor. Radio para la libertad, aunque esta palabra haya perdido su verdadera significación, radio para la concordia y la democracia; no radio para comunicación masiva, radio para comunicación social. (…)
Para iluminar nuestro mundo con la gracia, la creatividad y la ironía, con el ingenio y el genio, características del arte que se han de incorporar en la creación de los programas. Mediante la educación a través del arte se lograría «humanizar el querer de la gente» (…)
Mario Kaplún, en su libro Producción de Programas de Radio, no solamente nos ilustra sobre producción también se refiere problema del destinatario de los mensajes, así como del propósito transformador, cultural y educativo de la radio. (…)
Para Kaplún es necesario partir de una serie de redefiniciones que permitirían hacer posible «que se identifique cultura con la vida, más que con el museo. Cultura no es coto cerrado de especialistas. Cultura es lo que sirve al hombre, lo que le sirve a la comunidad para su propia construcción social y humana, cultura es conciencia para comprender mejor el propio mundo».
De acuerdo con Kaplún, la educación radiofónica se define en un sentido amplio como todas las emisiones que procuran «la transmisión de valores, la promoción humana, el desarrollo integral del hombre en su comunidad; las que se proponen elevar el nivel de conciencia, estimular la reflexión y convertir a cada hombre en agente activo de la transformación de su medio natural, económico y social».
Así la educación radiofónica, no sólo se realizaría a través de emisoras especializadas, y con programas estáticos, poco atractivos, sino a través de radioteatros, foros populares, programas periodísticos y musicales, y muchos otros formatos que la creatividad intuya. Paul D. Boyd, citado por Kaplán, opina: «la radio, el medio de mayor penetración en nuestros países, aparece como la solución más idónea para impulsar la educación y la cultura populares». Como lo señala un estudio de la UNESCO, «la radio, única técnica de comunicación avanzada que se ha incorporado realmente al Tercer Mundo, que se ha expandido y culturizado ampliamente. Con la miniaturización y la transistorización, que permiten costos muy bajos, la radio está llamada a revelarse cada día más como un instrumento bien adaptado a las culturas fundadas en la transmisión oral y en los valores escritos».
De acuerdo con las cifras que anota Kaplún, el 61 por ciento de la población en América latina escucha radio, y en este porcentaje están los sectores más humildes, y más carentes, más necesitados de educación. (…) Educación que cultivaría más la inteligencia que la memoria. En un constante ejercicio de inteligencia y voluntad, una educación liberadora que devuelva al hombre su propia humanidad. Señala Bordenave finalmente que «el mayor triunfo de este tipo de educación es la toma de conciencia de la propia dignidad, del propio valor como persona, de la libertad esencial que el hombre tiene para realizarse plenamente como tal en su entrega libre a los demás hombres».
De aquí es necesario partir, de una radio educativa y cultural, de una radio de transformación, y sin entrar de lleno en el tema de la producción, sí podríamos enumerar algunos de los problemas que entraña ésta dirigidos más específicamente a lo fundamental para nosotros, la palabra.
Es el nivel del habla la base del lenguaje radiofónico, y precisamente la clave de la importancia educativa de la radio reside en que si todos hablamos, pocos escriben, desde el principio de la escrituras hasta nuestros días. (…)
Del hablar al escribir, la modulación de la voz se pierde, y el suspiro, el llanto, el asombro que sólo en los más destacados testimonios literarios permanecen. La radio, como las rosas, tiene una precaria permanencia en el aire, pero suele ser como ellas, inolvidable su mensaje, siempre que se convierta en un testimonio de significación y belleza.
La radio puede hacernos presentes una serie de florecimientos, ya que si no nos trasmite el mensaje corporal de los actores, como en televisión, por ejemplo, sí puede acentuar la presencia viva de lo que se expresa mediante el auxilio de los efectos de sonido y la música.
En la radio no hay escritura, pero sí tienen sus mensajes puntuación, acentuada por medio de los puentes musicales, y la música de fondo auxilia en los clímax o sitúa dentro de un marco referencial.
En radio, como en poesía, empleamos imágenes, metáforas y todos los elementos sugerentes, intensos, emotivos. (…) El mensaje debe ser configurado, y dentro de su estructura encerrar lo más significativo y sugerente, para que se cumpla la función de hacer pensar, y de profundizar en la sensibilidad de quienes escuchan.
Como en la prosa literaria, la primordial función consistirá en trasmitir el pensamiento en forma lógica y clara, sin olvidar la función divulgadora (…)
La radio es oral, la radio por tanto transmite su mensaje de comunicación hablando: precisamente por esto puede ser el medio de equilibrio, la que enriquezca el vocabulario, la que evite las incorrecciones, la que divulgue la norma culta, sin solemnidades ni rigidez.
La realidad es poderosa. También la imaginación que tiende un puente entre la realidad y la ficción para conducir desde lo que es a lo que podría ser, a lo que debe ser. Si olvidamos la realidad caemos en la locura, si olvidamos la ficción nuestro mundo empobrecido no será objeto de nuestra preferencia.
La radio se mueve entre la realidad y la ficción (no olvidemos que lo contrario de ficción no significa verdad, sino realidad informe).
Lengua y habla, realidad y sueño, palabras revitalizadoras para un mensaje de radio que eduque, transforme, inserte de manera más firme sus mensajes sin clausurar la riqueza de las diferencias culturales, son en concreto propuestas para una radio que sirva a la comunidad, y a cada uno de los que la integran.
Fuente: http://congresosdelalengua.es/zacatecas/ponencias/radio/comunicaciones/castro.htm
Esta nota es un fragmento de la ponencia de la escritora mexicana Dolores Castro en el I Congreso Internacional de la Lengua Española.
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